1959
Una tarde en casa, Karsten Solheim patea con su primer prototipo de cabeza de putter y su invento, al pegar la bola, emite un sonido "ping". Karsten excitado corre a la cocina y le dice a su mujer, Louise, "¡Tengo un nombre para mi putter!" Poco después, registra una patente sobre el putter PING 1-A. Tres años más tarde, la patente es concedida.